viernes, 22 de noviembre de 2019

Diferencias entre el aceite de oliva y el aceite de girasol.

El aceite de oliva es un aceite vegetal obtenido de las aceitunas; tiene un alto contenido de ácido oleico,un ácido graso monoinsaturado que reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, y vitamina E, que previene la oxidación del colesterol de baja densidad. El aceite de girasol también es un aceite vegetal que se extrae de las semillas de girasol y está compuesto por ácidos grasos poliinsaturados, destacando el ácido linoleico, ácidos grasos monoinsaturados y ácidos grasos saturados. 

Ambos tienen usos culinarios, y desde el punto de vista nutricional, son muy diferentes. El aceite de girasol contiene un mayor número de grasas poliinsaturadas, mientras que el de oliva, monoinsaturada; las primeras presentan menor estabilidad, y a temperaturas muy elevadas pueden oxidarse en peróxidos, aldehídos y cetonas, compuestos tóxicos para las células. Además, el aceite de girasol contiene un alto nivel de omega 6, y su exceso contribuye a la obesidad y enfermedades inflamatorias, como la artritis; el de oliva, sin embargo, es rico en omega 3, que reduce el colesterol LDL, tiene poder antiinflamatorio y ayuda a prevenir algunas enfermedades. Para que no resulte perjudicial, deben consumirse en una proporción 1:4, es decir, la ingesta de omega 3 debe ser cuatro veces mayor que la de omega 6.

Por otra parte, el aceite de oliva presenta flavonoides, una sustancia con poder antioxidante que protege nuestras células; son metabolitos secundarios de las plantas que previenen daños celulares que podrían desarrollar algún tipo de cáncer y demás enfermedades. También está formado por compuestos bioactivos, destacando los polifenoles, que protegen el organismo frente a enfermedades cardiovasculares y la diabetes, disminuyendo el nivel de glucosa en sangre y la producción de insulina por parte del páncreas. No obstante, el de girasol contiene una cantidad elevada de vitamina E, beneficiosa para la piel y antioxidante, pero al ser refinado, pierde parte de su esencia. 

Según el Consenso sobre grasas y aceites para la población española adulta, no solo debemos ingerir una cantidad adecuada de grasas monoinsaturadas, sino que se debe sustituir el aceite de girasol por el de oliva, virgen a poder ser, para evitar cualquier tipo de enfermedad asociada,  potenciar el sistema inmune y aumentar la seguridad del organismo.


Bibliografía:

Los suplementos de proteínas.


Un 28% de las personas que van al gimnasio recurren a estos productos para aumentar su masa muscular y obtener resultados de una manera más rápida; gran parte de los consumidores piensan que todos los suplementos son buenos para cualquier deportista, los consumen en exceso bajo la idea de que cuanto más se consume, mejores resultados se obtienen y no lo realizan bajo la prescripción de un nutricionista o entrenador personal, sino por su propia cuenta. 

Las necesidades de proteína de atletas pueden duplicar las de una persona con un estilo de vida más común, ya que los primeros gastan gran parte de su energía y el proceso de reparación y desarrollo muscular requiere unos índices más elevados. La proteína de suero y huevo, los BCAAs y la creatina se encuentran entre los suplementos más demandados; los BCAAs son aminoácidos de cadena ramificada, específicamente, leucina, isoleucina y valina, y la creatina, un compuesto nitrogenado producido por el propio organismo que aumenta la fuerza y el rendimiento.
El jefe de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Valencia señala que el aporte proteico necesario, se trate de un atleta o no, puede obtenerse con una alimentación específica, sin necesidad de suplementación; además de perjudicar el bolsillo, dado que son unos productos bastante caros, dañan la salud en caso de excederse, ya que los riñones realizan un esfuerzo innecesario para eliminar ese exceso.

Además de esto, el exceso proteico puede ocasionar calambres, náuseas, dolor de cabeza, hinchazón, fatiga, deshidratación y debilidad a nivel óseo, dado que pueden provocar una mayor excreción de calcio. Si sumamos estos efectos secundarios al hecho de que gran parte de estos productos contienen aceites agregados y/o azúcares, se deduce que su consumo no es recomendable, ya que puede llevar a un aumento de peso. 

¿Por qué arriesgarse a consumir algo tan dañino para el organismo cuando se pueden lograr buenos resultados mediante una dieta especial?

Bibliografía:

¿No tomar leche cuando tenemos mucosidad?


Hace unos cuantos años, salió a la venta un libro sobre salud infantil llamado “El cuidado de su hijo”, del Dr. Spock, que afirmaba que no se podían consumir lácteos si se padecía un resfriado u otras enfermedades respiratorias, dado que se creía que aumentaban la producción de mucosidad. Este libro vendió millones de copias y lo único a lo que ayudó fue a propagar ideas erróneas sobre estos productos.

Desde que esta creencia se expandió por el mundo, se han realizado múltiples estudios estadísticos, pero ninguno de ellos demostró que existe una relación entre los lácteos y la producción de flemas; como posible respuesta a este fenómeno inexplicable, se dijo que, como consecuencia de la ruptura de algunos tipos de leche, se formaba una proteína llamada β-casomorphin-7, que de alguna manera incrementaba la producción de mucosidad. Sin embargo, este proceso tiene lugar a nivel del colon, y a no ser que hubiese una permeabilidad intestinal, la mucosa no podría pasar al tracto respiratorio.

Ante estos resultados, se barajó la posibilidad de que se tratase de un caso psicológico.Para confirmarlo, en un hospital del sur de Australia, unos investigadores realizaron un estudio en 125 personas que consistía en repartir leche de vaca y leche de soja entre ellos, ambos mezclados con chocolate de menta para camuflar el sabor. Al cabo de unos minutos, a todos ellos se les preguntó qué sintieron nada más beberla; los que habían bebido leche de vaca, afirmaron que la notaban espesa y difícil de tragar, además de que, nada más tomarla, sintieron la sensación de tener la garganta recubierta por algo. Esto podría considerarse una evidencia, si no fuera porque el grupo que había bebido leche de soja contestó exactamente lo mismo.

A pesar de las claras muestras, decidieron realizar un segundo experimento, esta vez inoculando el virus del resfriado común en unos voluntarios; les dieron leche de vaca, registraron los síntomas de congestión de cada uno de ellos y recogieron sus secreciones nasales. Por una parte, llegaron a la conclusión de que aquellas personas que creían que la leche y la mucosidad estaban relacionadas fueron más propensas a afirmar que tenían síntomas, y por otra, después de pesar las secreciones, dedujeron que el tomar leche no influenciaba en la cantidad de moco, ya que no se observó una mayor cantidad de moco con respecto a aquellos que no habían consumido productos lácteos. 

La leche de vaca aporta una gran cantidad de proteínas de valor biológico, hidratos de carbono, calcio y vitaminas, y a su vez la lactosa que contiene facilita la absorción de calcio y magnesio. No se debe sustituir por productos vegetales, mucho menos en niños, ante la creencia de que empeora la sensación de mucosidad. No está de más estar bien informado para evitar llevar a cabo acciones perjudiciales como esta. 
Fuentes:

Los grandes beneficios de ingerir ajo pelado.

Siempre solemos asociar el ajo a condimentos, y cada vez que pensamos en ingerirlo como tal, nos viene a la boca un sabor muy desagradable y una sensación de grima, ¿pero sabías todos los beneficios que tiene hacerlo?

Se lleva empleado como remedio medicinal natural y como método para espantar malas presencias desde la antigüedad, de ahí el mito de que ahuyentaba dolencias e incluso seres como los vampiros. Pero fuera de lo fantástico, ingerir un ajo pelado diario tiene una serie de beneficios que vamos a nombrar a continuación.

Está afirmado que el ajo tiene una gran cantidad de nutrientes, que ayuda a reducir el colesterol, reduce la presión sanguínea, mejora el asma y el sistema inmunitario y es antiinflamatorio. Para evitar la pérdida de sus propiedades, debemos conservarlo en la nevera y, preferentemente, ingerirlo en el primer mes, cuando todavía se encuentra fresco; si el aliento que suele dejar es algo que nos echa para atrás a la hora de tomarlo, se puede ingerir en forma de pastilla, todas las mañanas en ayunas. 

 El ajo es rico en vitamina B, que reduce la concentración de homocisteína, un aminoácido que influye en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Si el nivel de este aminoácido es alto, la sangre se espesa y aumentan las posibilidades de producirse coágulos y, como consecuencia, sufrir un trombo. También se dice que fortalece el sistema inmunológico, debido a que tiene un poder antibiótico bastante fuerte, cura infecciones leves y favorece a la cicatrización de heridas, y que desintoxica el organismo, ya que depura toxinas y elimina restos de medicamentos que el hígado no es capaz de procesar.

Por otro lado, ayuda a desinflamar y descongestionar y reduce el nivel de colesterol, esto último posible gracias a que contiene alicina, una sustancia que mantiene el sistema cardiovascular en buenas condiciones; el Instituto de Toxicología de la Universidad de Shandong (China) llevó a cabo varios estudios para demostrarlo, y tal fue la evidencia que la Fundación Española del Corazón recomienda incluir este alimento en nuestras dietas. Además, hace que las digestiones resulten más ligeras, ya que estimula la secreción de ácidos gástricos, y ayuda a combatir la anemia, ya que nos aporta múltiples vitaminas y minerales y mejora la digestión del hierro.  

Como acabamos de ver, a pesar de su sabor, vale la pena comer un diente de ajo diario por sus las ventajas que ofrece, pero debemos evitar a toda costa los excesos para mantener nuestro organismo en el equilibrio adecuado.

Fuentes:

jueves, 21 de noviembre de 2019

Leche entera vs leche desnatada.

16. Leche entera vs leche desnatada.

Desde siempre se ha creído que tomar leche desnatada es más beneficioso para la salud que tomar leche entera, ¿pero realmente lo es?

La principal diferencia que existe entre ambos tipos es que la leche entera contiene un 3% de grasa, mientras que la desnatada, menos del 1%; poseen la misma cantidad de azúcares, pero la entera contiene mayor concentración de vitaminas A y D, ya que, al ser liposolubles, pierde un porcentaje de ellas al reducirse la cantidad de grasa. En cuanto al sabor, la entera es más intensa y densa, y por tanto, más pesada.

En un principio se puede deducir que la leche desnatada proporciona mayores beneficios, ya que es más baja en grasas y tiene una digestión medianamente ligera, pero en estos últimos años se han realizado una serie de estudios que demuestran lo contrario.

Según The American Journal of Nutrition, perteneciente a Oxford University, la ingesta de productos enteros ayudan a la prevención de la obesidad y diabetes, así como de problemas cardiovasculares. Esto ha sido demostrado por un estudio del cardiólogo Mozaffarian que consistía en analizar muestras de sangre de 3333 participantes; se observó que aquellos con niveles altos de tres subproductos lácteos enteros tenían un 50% menos de probabilidades de padecer diabetes tipo II. Otro estudio realizado en 18438 participantes, a su vez, demostró que aquellas mujeres que consumen productos enteros reducen el riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad en un 8%. 

Se cree que se debe a que, cuando se quiere perder peso, se reducen considerablemente las grasas en nuestra dieta, y casi en el 100% de los casos, las sustituimos por hidratos de carbono; esto provoca la aparición de “picos de azúcar” en la sangre, favoreciendo a la producción de insulina, la aparición de diabetes tipo II y al aumento descontrolado de peso. 

Esto no quiere decir que debamos incrementar de forma importante los productos enteros, sino que debemos dejar a un lado los prejuicios existentes y apartar de nuestras mentes la idea de que tomar íntegramente productos desnatados no es tan bueno como creíamos. 

Bibliografía:

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Batidos detox: ¿moda o salud?

15. Batidos detox: ¿moda o salud?

Uno de los últimos alimentos en sumarse a la lista de las modas alimentarias son los batidos detox; estos son una combinación de frutas, verduras, semillas y raíces de alto contenido en fibra, vitaminas y minerales y antioxidantes, es decir, depurativas. Se venden como bebidas saludables que ayudan al cuerpo a funcionar mejor, a aumentar la eficacia del sistema digestivo y fortalecer el sistema inmunológico, entre otros.
Para aumentar su eficacia, debemos acompañarlos de una gran ingesta diaria de agua, ya que es uno de los mejores depurativos naturales, alimentos con alto poder nutritivo, es decir, aquellos que proporcionan vitaminas, minerales y nutrientes naturales, una dieta saludable y equilibrada y una actividad física diaria. No pueden consumirse como sustitutos de comida y, durante su consumo deben evitarse las bebidas alcohólicas y con cafeína y teína. Hasta aquí, tienen muy buena pinta, ¿pero qué realidad se esconde tras tanto beneficio?
Según Jordi Sabaté (El diario), tiene múltiples inconvenientes, como el riesgo de padecer cólicos nefríticos; los batidos detox tienden a concentrar el ácido oxálico, que puede formar oxalatos, los cuales se precipitan y agrupan en forma de piedras en el riñón. También pueden provocar anemia y roturas óseas debido a la alta concentración de ácido fítico, que impide que minerales como el calcio o el hierro sean absorbidos en el intestino y deriva en una falta de hierro en sangre o en la pérdida de densidad en los huesos. 

El control que se lleva a cabo durante su producción es prácticamente inexistente, dado que no hay ningún experto observando mientras se realizan en las cocinas de nuestras casas; la forma en la que lavamos los ingredientes y el método de conservación pueden no ser los adecuados y, por tanto, se podría contraer una enfermedad bacteriana. Además, al añadir agua durante su preparación, la concentración de fibra se diluye y la capacidad de impedir que oligosacáridos como la glucosa y fructosa pasen de inmediato a la sangre se reduce; para mantener el equilibrio, el índice de glucemia subiría, y si se mantiene, estaríamos forzando al páncreas a producir insulina y, como consecuencia, tendríamos un mayor riesgo de desarrollar diabetes y obesidad.  

La Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria, EFSA, ha concluido que esta moda constituye un riesgo para la salud, principalmente por el alto contenido en oxalatos. 

Fuentes: 

martes, 19 de noviembre de 2019

¿Stevia como sustituto?


La stevia es el extracto de un pequeño arbusto que crece en Sudamérica llamado de la misma forma que multiplica el dulzor del azúcar sin aumentar los niveles de glucosa en sangre. Surgió a partir de la divulgación de la creencia de que la sacarina y demás edulcorantes eran cancerígenos y es uno de los nuevos edulcorantes naturales que hoy en día están dejando al azúcar en un segundo plano dado sus múltiples beneficios. 

Es rica en hierro, magnesio y cobalto, lo que provoca una regulación de los latidos y, como consecuencia, una bajada de la presión arterial en casos de hipertensión, no eleva la glucemia y es hipoglucémica en diabéticos de tipo II, ya que estimula la producción de insulina de forma totalmente natural, es recomendable en personas con sobrepeso, dado que apenas tiene calorías, regula el aparato digestivo, como consecuencia de su alto contenido en fibra y su mejora de la digestión, tiene poder antioxidante y antienvejecimiento, ya que favorece la prevención de problemas circulatorios como el infarto agudo de miocardio, es bactericida y previene la placa bacteriana, es antialérgenico, refuerza el sistema inmune, aumentando la resistencia a gripes, es diurético, reduciendo así el nivel de ácido úrico, y, por último, es cicatrizante.

Hasta aquí, la stevia se define como uno de los edulcorantes más sanos para nuestro organismo, pero según expertos de Seguridad Alimentaria aseguran que toda esta idealización es resultado del marketing. Las empresas la venden como el sustituto perfecto y más natural, cuando natural no significa “mejor”; culpan a la industria de provocar en los consumidores un rechazo a cualquier producto químico, cuando en verdad los beneficios dependen de la estructura y composición del alimento en cuestión, no de su origen.

Según la EFSA, Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, la ingesta diaria recomendada de stevia es 4 mg por cada kg al día, mientras que en el caso del aspartamo, la ingesta es de 40 mg/kg/día; a pesar de la mala fama de este último, su dosis recomendada es 10 veces mayor, y, debido a esta diferencia, se puede deducir que el consumo de stevia provoca un mayor riesgo para la salud a largo plazo que el aspartamo. 

En casi todos los medios de comunicación, la stevia se vende como lo mejor, lo más saludable, pero todo aparenta ser un engaño publicitario para incitar a los fanáticos de los edulcorantes a consumirla y así, obtener beneficios monetarios, ya que ninguno de los artículos consultados especifica si existen estudios que corroboren todas sus propiedades y consecuencias positivas para el organismo y el precio de mercado es bastante más elevado que el de cualquier otro sustituto del azúcar.


Fuentes:

Aceite de coco: ¿recomendable o no?

13. El aceite de coco. 

El aceite de coco es un tipo de aceite vegetal compuesto en su 90% por ácidos grasos saturados que se usa tanto en la cocina como para mejorar nuestra estética. Estos últimos años, ha crecido considerablemente su popularidad y ha dado pie a controversias sobre si es tan bueno como se dice o no. 
Según Izanami Martínez, fundadora de The Notox Life, los triglicéridos que esta manteca contiene presentan múltiples beneficios para el sistema cardíaco, ya que reduce el nivel de colesterol LDL, y nos ayudan, entre otros, a perder peso. Esto se debe a que favorece la quema de grasas, sacia y eleva el metabolismo de quien lo consuma. Acorde a sus artículos, Martínez afirma que se debería añadir este aceite a la dieta para contribuir a la mejora del organismo, sustituyéndolo por el aceite de oliva o añadiéndolo al café. 

Otros de los beneficios que nombra son el poder antibiótico y antifúngico debido a su elevada concentración de ácido láurico, la prevención del envejecimiento, acné y demás problemas cutáneos gracias a la vitamina E y proteínas que contiene,  la capacidad de restablecer el pH neutro y eliminar la grasa de la piel, gracias a los ácidos grasos de cadena media, y la protección del cuero cabelludo, ya que lo nutre y evita su encrespamiento. 

Pero según una doctora del Instituto de Prevención y Epidemiología del Cáncer de la Universidad de Friburgo (Alemania) y The American Heart Association, es un producto peligroso para la salud, ya que las grasas saturadas que lo componen dificultan la unión entre el colesterol LDL y sus receptores, favoreciendo así a su acumulación en las arterias. Ambos afirman que no existen estudios estadísticos realizados en humanos que corroboren sus supuestos beneficios.

Entre los efectos negativos destacamos el aumento de la tensión arterial, como consecuencia de la acumulación de grasas en las arterias, enfermedades cardíacas, un aumento de peso si se eleva la dosis de ingesta, diarrea y demás problemas intestinales debido al desajuste gastrointestinal que acarrea, alergia a nivel cutáneo y trastornos metabólicos gracias a la elevada cantidad de hidrógeno que contiene.

No nos podemos decantar al 100% por una opinión, pero habiendo más métodos para reducir el peso y el colesterol, ¿vamos a emplear uno que puede llegar a ser un riesgo para la salud en otros aspectos?

Fuentes:

Diferencias entre el aceite de oliva y el aceite de girasol.

El aceite de oliva es un aceite vegetal obtenido de las aceitunas; tiene un alto contenido de ácido oleico,un ácido graso monoinsaturado q...