viernes, 22 de noviembre de 2019

¿No tomar leche cuando tenemos mucosidad?


Hace unos cuantos años, salió a la venta un libro sobre salud infantil llamado “El cuidado de su hijo”, del Dr. Spock, que afirmaba que no se podían consumir lácteos si se padecía un resfriado u otras enfermedades respiratorias, dado que se creía que aumentaban la producción de mucosidad. Este libro vendió millones de copias y lo único a lo que ayudó fue a propagar ideas erróneas sobre estos productos.

Desde que esta creencia se expandió por el mundo, se han realizado múltiples estudios estadísticos, pero ninguno de ellos demostró que existe una relación entre los lácteos y la producción de flemas; como posible respuesta a este fenómeno inexplicable, se dijo que, como consecuencia de la ruptura de algunos tipos de leche, se formaba una proteína llamada β-casomorphin-7, que de alguna manera incrementaba la producción de mucosidad. Sin embargo, este proceso tiene lugar a nivel del colon, y a no ser que hubiese una permeabilidad intestinal, la mucosa no podría pasar al tracto respiratorio.

Ante estos resultados, se barajó la posibilidad de que se tratase de un caso psicológico.Para confirmarlo, en un hospital del sur de Australia, unos investigadores realizaron un estudio en 125 personas que consistía en repartir leche de vaca y leche de soja entre ellos, ambos mezclados con chocolate de menta para camuflar el sabor. Al cabo de unos minutos, a todos ellos se les preguntó qué sintieron nada más beberla; los que habían bebido leche de vaca, afirmaron que la notaban espesa y difícil de tragar, además de que, nada más tomarla, sintieron la sensación de tener la garganta recubierta por algo. Esto podría considerarse una evidencia, si no fuera porque el grupo que había bebido leche de soja contestó exactamente lo mismo.

A pesar de las claras muestras, decidieron realizar un segundo experimento, esta vez inoculando el virus del resfriado común en unos voluntarios; les dieron leche de vaca, registraron los síntomas de congestión de cada uno de ellos y recogieron sus secreciones nasales. Por una parte, llegaron a la conclusión de que aquellas personas que creían que la leche y la mucosidad estaban relacionadas fueron más propensas a afirmar que tenían síntomas, y por otra, después de pesar las secreciones, dedujeron que el tomar leche no influenciaba en la cantidad de moco, ya que no se observó una mayor cantidad de moco con respecto a aquellos que no habían consumido productos lácteos. 

La leche de vaca aporta una gran cantidad de proteínas de valor biológico, hidratos de carbono, calcio y vitaminas, y a su vez la lactosa que contiene facilita la absorción de calcio y magnesio. No se debe sustituir por productos vegetales, mucho menos en niños, ante la creencia de que empeora la sensación de mucosidad. No está de más estar bien informado para evitar llevar a cabo acciones perjudiciales como esta. 
Fuentes:

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