La diabetes mellitus, comúnmente conocida como diabetes de tipo 2 es una enfermedad crónica que afecta a la manera en la que nuestro organismo metaboliza la glucosa. Es la forma más común de diabetes, supone el 80-90% de los casos de diabetes. Se caracteriza por la presencia en sangre de altos niveles de glucosa (hiperglucemia).
Antiguamente se diagnosticaba mayoritariamente en adultos, pero en la actualidad cada vez son más los niños y jóvenes a los que se le diagnostica dicha enfermedad a causa del incremento de la obesidad infantil. Debido a la mala alimentación el número de personas que padece esta enfermedad está aumentando descontroladamente tanto en niños como en adultos.
La insulina es una hormona producida por las células beta del páncreas. Su principal función es transportar el azúcar de la sangre (glucosa) a las células, donde se almacena y se utiliza posteriormente como fuente de energía. Con la diabetes mellitus, existe cierta resistencia a la insulina y la glucosa no entra en las células para ser utilizada como fuente de energía, o bien no se producen las cantidades necesarias de insulina para movilizar el azúcar en la sangre y mantener una glucemia adecuada (niveles de azúcar adecuados en sangre). Los factores comunes entre las personas que padecen diabetes tipo 2 que determinan las causas de dicha resistencia a la insulina son las siguientes: obesidad y sobrepeso, hiperlipidemia (debido al aumento de los niveles de colesterol en sangre), hipertensión arterial, alimentación inadecuada (hipercalórica y rica en grasas), sedentarismo y el síndrome metabólico (presencia de tres o más factores de riesgo cardiovascular). También puede tener su causa en un condicionante genético, de tal manera que los hijos con padres diabéticos tienen mayor predisposición para padecer la enfermedad.
El tratamiento de la diabetes tipo 2 se basa en tres pilares fundamentales: práctica de ejercicio físico regular, tratamiento farmacológico personalizado y seguimiento de un plan de alimentación equilibrado, siendo este último el más importante ya que muchas de las personas que padecen este trastorno también padecen obesidad.
Por lo tanto la diabetes y la alimentación están estrechamente relacionadas. La alimentación es una parte fundamental tanto en la prevención como en el tratamiento de la enfermedad. Los estudios en los que se incluían cambios en los hábitos de alimentación han demostrado que la capacidad preventiva del tratamiento dietético fue equivalente incluso al uso de fármacos. Estos cambios son difíciles de mantener, sobretodo a largo plazo y consisten básicamente en reducir el aporte de azúcares y disminuir las calorías reduciendo el consumo de grasas en la alimentación. La modificación de las conductas alimentarias poco saludables resulta beneficiosa para cualquier persona, tanto en aquellas personas que tienen un alto riesgo de padecer la enfermedad como en aquellas que ya tienen diagnosticada la enfermedad donde es una necesidad. Estos cambios deberán ser progresivos, difíciles y pequeños al principio y duraderos con el tiempo.
Fuentes:
https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/diabetes-tipo-2
https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000313.htm
https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/type-2-diabetes/symptoms-causes/syc-20351193
https://www.sanitas.es/sanitas/seguros/es/particulares/biblioteca-de-salud/diabetes/son004004wr.html
http://infoalimenta.com/ciencia/19/65/la-influencia-de-la-alimentacion-en-la-diabetes/
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