Una de las primeras cosas que solemos hacer cuando queremos bajar de peso es reducir la cantidad de alimentos que ingerimos de forma drástica, pensando que nos ayudará a lograr nuestro objetivo, pero reducir calorías no nos echará una mano si lo que pretendemos es mantener unos kgs estables.
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Estas cantidades implican que como mínimo, debemos aportar esas kcal diarias a nuestro organismo, por lo que reducir nuestra ingesta calórica a, por ejemplo, 1200 kcal diarias, sin tener en cuenta la energía que precisamos, no es saludable. Si decidimos llevar a cabo una dieta hipocalórica, nuestro organismo almacenará los nutrientes que recibe de una forma completamente diferente a como solía hacerlo; a corto plazo, funciona, pero el día que alcancemos nuestro peso ideal y decidamos recuperar nuestros hábitos alimenticios, sufriremos el conocido efecto rebote.
El efecto rebote, o tumba metabólica, se produce como consecuencia de desajustes bioquímicos en el organismo, en la mayoría de los casos, debidos al el déficit de vitaminas, minerales e incluso proteínas que ocasionan este tipo de dietas. Consiste en recuperar el peso que hemos perdido durante la dieta e incluso superar el que teníamos antes de iniciarla. Al ingerir menos energía, nuestro metabolismo se ralentiza, eliminando así menos kcal y depositando las demás en el cuerpo, y nuestra grasa muscular disminuye, ya que su manutención necesita una ingesta calórica considerable. Entonces, al habernos privado de aquellos alimentos que tanto nos gustan, comenzamos a sentir ansiedad y como consecuencia, volvemos a ingerirlos, pero en cantidades desmesuradas. Como nuestro metabolismo había disminuído, recibe más nutrientes de los que precisa y los almacena en forma de grasa corporal, aumentando nuestro peso y echando a perder todo el esfuerzo que hemos hecho en lo que ha durado la dieta.
Si en algún momento de nuestra vida nos planteamos bajar de peso, lo que realmente debemos hacer es adquirir una serie de hábitos alimenticios y ser constantes con ellos. No sólo lograremos nuestro objetivo, sino que lo mantendremos a largo plazo y no nos habremos sacrificado en vano.
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