miércoles, 30 de octubre de 2019

Aceite de pescado.



El consumo de aceites ha aumentado considerablemente en estos últimos 20 años, ya que se trata de un requisito esencial para la preparación de muchos alimentos. Se utilizan para sazonar alimentos, para procesos de fritura, para la repostería, para la industria conservera y farmacéutica, entre otros. Constituyen un componente importante en nuestra alimentación, y su variedad y consumo depende de la disponibilidad de estos en cada país.


En general, existen dos tipos de aceites que se distinguen según su origen. Estos son los obtenidos a partir de semillas o frutos de origen terrestre, y los obtenidos a partir de vegetales y animales de origen marino. Ambos están constituidos por mezclas de triglicéridos, cuyos principales componentes son los ácidos grasos. Los ácidos grasos poliinsaturados se clasifican en varias familias, donde destacan la omega 9, omega 6 y omega 3. Los aceites de origen marino se caracterizan por su alto contenido de ácidos grasos omega 3, siendo los más importantes el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). Ambos son considerados muy importantes por sus efectos beneficiosos tanto en la salud como en la nutrición humana.


El consumo de EPA se asocia especialmente con la protección de la salud cardiovascular. Su consumo diario disminuye los triglicéridos y el colesterol sanguíneo, determinantes del riesgo cardiovascular. Además, baja la presión arterial y tiene efectos antitrombóticos y antiinflamatorios. Recientemente se ha demostrado que también ejerce un efecto protector sobre arritmias cardíacas.


Por otra parte, el consumo de DHA se asocia con la formación y función del sistema nervioso, ya que interviene en las funciones de aprendizaje y memorización. Durante la etapa perinatal, es capaz de disminuir la incidencia de depresión postparto en la madre y la diabetes gestacional. También protege las neuronas cerebrales, previniendo la apoptosis y el desarrollo de trastornos del comportamiento y enfermedades como Alzheimer y Parkinson.


La recomendación actual es que se realice un consumo diario de 500 mg al día en adultos, 300 mg en madres y 150 mg en lactantes y niños. La principal fuente nutricional de EPA y DHA son los peces azules. Sin embargo, su consumo directo no es posible debido a la alta inestabilidad de estos productos, ya que se deterioran con mucha facilidad. Por esta razón, son sometidos a procedimientos de refinación, desodorización, fraccionamiento y estabilización con antioxidantes para transformarlos en productos consumibles, obteniendo así los beneficios que tienen para la salud.


En este vídeo se resumen los beneficios que presenta este aceite, además de todos sus efectos preventivos frente a varias enfermedades.




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